lunes, 23 de enero de 2012

Experimento de separación

El primer síntoma de La Soledad, en mayúscula, fue tener que lavar los platos. Hacía bastante que no tenía que lavarlos porque él lo hacía; yo me dedicaba a cocinarle. Hacía un frío penetrante mientras yo organizaba la montaña de platos sucios, otrora un gran almuerzo que le hice. De fondo sonaba Cut Copy recordándome que ayer no había sido un sueño, sin embargo yo me sentía extrañamente despierto, con las manos heladas porque odio los guantes. Y enfrascado en una pelea a muerte con la pega del arroz con pollo peruano que hice, advertí que faltaban cubiertos. Recorrí con los ojos la cocina y también noté que hacían falta más cosas. Algo falta en esta casa que, al parecer, no volverá. La montaña de platos que yacía sucia en el platero ahora está limpia y amontonada sobre el mesón. Los platos deben tener frío. Yo también tengo frío.


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