Se cansó de lo que hacía. Un día no resistió más y preso de ira, rompió su vida lanzando una piedra al espejo, los pedazos de rutina son más filosos que el vidrio, así que había que tener cuidado. Corrió libre y se dedicó a lo que siempre había querido hacer: Interpretar silencios y traducirlos en caricias.
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