Cuando abrió el inesperado libro encontró ante sí un nuevo universo de papel, dinámico y hermoso. Lo calentó un ardiente sol de espuma, delineado por unas manos mágicas, hechas de estrellas pálidas de firmamento nocturno, y blancas como un claro de luna. Unas manitos frías que dibujaron un sol, ardiente e inocente con trazos cándidos e infantiles.
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